La evaluación es
un proceso significativo dentro de la enseñanza, por lo que como docente siempre
se está en constante trabajo para pensar creativamente y de manera pertinente
en el instrumento adecuado que permita medir los aprendizajes del estudiante.
Asimismo, en ocasiones se ha asociado que la evaluación debe ser por medio de
un examen que mida la capacidad memorística, esto evita que puedan medirse
otras habilidades fundamentales en los estudiantes como la autorregulación,
gestionar adecuadamente sus emociones y la capacidad para solucionar problemas
en su entorno.
Es por ello, que a pesar de la complejidad del proceso es
indispensable que como profesores estemos reflexionando sobre el alcance de
lo que se quiere evaluar en el estudiante. También, en ocasiones solo se brinda
mayor valor al producto o evidencia del trabajo realizado, siendo que el
aprendizaje no se puede limitar a demostrarse a través de un producto, por lo
que debe existir un equilibrio en dar la importancia al proceso de la elaboración
del producto.
Definitivamente el observar tanto el proceso de elaboración como
el producto de aprendizaje apoya a conocer integralmente cuales son los avances
del estudiante, esto conlleva a pensar que los docentes deben de tener la
prioridad de conocer el desempeño total del estudiante, para lograrlo se
necesita la estrategia adecuada para contemplar cómo el estudiante se
desenvuelve para lograr cumplir con el objetivo deseado.
También, el considerar la evaluación de esta manera contribuye a
que se pueda brindar la relevancia a un aspecto relacionado con las
habilidades socioemocionales, debido a que no solo es prioritario interesarse en el
conocimiento, sino de igual forma en cómo el alumno afronta el solucionar
problemas. Además, las habilidades socioemocionales ya son de vital importancia
en cualquier contexto donde se desarrolle el estudiante, porque todos los
trabajos actuales solicitan personal con el conocimiento y sobre todo con las
habilidades que los apoyen a ser productivos e innovadores.
Aunado a lo anterior, se ha mencionado en muchas ocasiones que
solo aquello que se evalúa se puede mejorar, pero para lograr dicho objetivo es
indispensable pensar en la retroalimentación. Es por ello, que para un
estudiante es preciso conocer sus fallos y las estrategias básicas que lo
apoyen a mejorar su desempeño académico, por lo que la retroalimentación es el
cauce para lograrlo.
Definitivamente, como docentes se debe de dar el valor
necesario a la retroalimentación, que consiste en un análisis exhaustivo del
desempeño del estudiante brindando un espacio para que pueda identificar sus
áreas de debilidad y generar la oportunidad de mejorar su aprendizaje. Esto
hace, que la evaluación no solo sea considerada como un número o que estudiante
es mejor que otro, por el contrario tiene que visualizarse como un aspecto
dentro de la enseñanza porque apoyará mejorar el proceso de aprendizaje siendo
una estrategia pedagógica.
El considerar todo lo anterior, facilita a que el estudiante pueda
tener una percepción positiva de la evaluación en la enseñanza, porque en
innumerables ocasiones los alumnos suelen asociar a la evaluación con algo
negativo o que en vez de ayudar puede perjudicar su proceso de enseñanza. El
cambiar de perspectiva de la evaluación primero tiene que comenzar por parte
del docente y el área administrativa, que consecuentemente el
propio estudiante observará y podrá desarrollar una perspectiva positiva.
Para finalizar, la evaluación es un proceso integral donde lo más
importante no es un número, sino el aprendizaje. Para poder aprender la
evaluación y retroalimentación es esencial, otro aspecto es tener la formación adecuada donde se involucre al personal directivo y docente que permitan contemplar las bondades de este proceso sustancial en la vida académica de los estudiantes.
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